No es más que acoso, amenazas, intimidación u hostigamiento por medio de las tecnologías digitales. Puede ocurrir por las plataformas de mensajería (Telegram, WhatsApp, etc.), las famosas redes sociales (Instagram, Facebook, twitter, etc.), las plataformas de videojuegos, entre otros.

Con el internet, hoy en día no es necesario tocar a una persona o estar cerca de ella para ejercer violencia o para dañarla de alguna manera. El acoso cibernético se ha convertido en una de las formas más utilizadas y peligrosas de acoso en tiempos modernos, pues mucha gente lo ve como algo inofensivo o piensan que es solo una “broma”, ya que como no se está en contacto con la víctima hay menos sensibilidad frente a su dolor y los depredadores pueden tener muchos cómplices que, en ocasiones, no saben que están siendo cómplices. Todo se da detrás de una pantalla y la mayoría de las veces con un nombre o perfil falso.
¿Cuántas veces hemos visto en redes sociales fotos, bromas, información o incluso montajes, noticias morbosas y amarillistas con denigraciones, especialmente, hacia la mujer, faltas de respeto y opiniones sobre el cuerpo o como luce una persona, sin pensar en qué esto fue creado para hacer daño o generar morbo? Detrás de todas estas pantallas herméticas, existen, existimos personas de carne y hueso que sentimos y pensamos.
Todos(as), muchas veces nos hemos sentido tentados(as) a ver y compartir este material o, sin darnos cuenta, llegamos a ser partícipes de este tipo de violencia cuando reenviamos información que no es cierta o es de dudosa procedencia, cuando le damos me gusta a publicaciones que puedan avergonzar a alguien más, cuando señalamos y juzgamos a alguien, cuando opinamos del cuerpo de alguien más o enviamos imágenes sexistas. Debemos ser conscientes que al hacer todo esto estamos siendo cómplices de un agresor-agresora o bien llamado “depredador digital”.
Vivimos en una sociedad llena de prejuicios, pero está en nuestras manos frenar todo tipo de acto que denigre, humille o intimide a un ser humano. Hoy en día, el sufrimiento de otra persona es la noticia de un diario local o un nuevo “meme”. No seamos entes multiplicadores de maldad y no nos alegremos de compartir material negativo o que dañe la integridad de una persona. El mundo cambia cuando hacemos que cambie y debemos poner nuestro ejemplo a las futuras generaciones ya que niñas, niños y adolescentes son los victimas más propensas y más vulnerables por lo que es recomendable educarnos y educarles sobre los riesgos de las redes sociales y su buen uso.

La experiencia de vivir este tipo de acoso es extremadamente perturbadora, sientes impotencia, que te han denigrado y dañado crees que no podrás volver a socializar o a salir pues todos te mirarán con ojos diferentes, sientes miedo y, muchas veces, se está a la defensiva.
Debemos tener presente que las víctimas de este tipo de acoso sufren los mismos problemas de las víctimas de un acoso en tiempo real, pero agravados por la falta de testigos y el anonimato de los acosadores. Consecuencias de este tipo de violencia son algunos problemas mentales y emocionales tales como: el estrés, ansiedad, depresión, impotencia, somatización del problema con la aparición de otras enfermedades e incluso el suicido.

Solidaricémonos y seamos empáticos(as), utilicemos las redes sociales de manera responsable, no sabemos por lo que está pasando cada quien, hay muchas personas sufriendo en silencio debido a lo que ocurre tras las pantallas.
Parte de este artículo fue publicado en el Boletín Informativo CLARESAS de julio de 2021.