La discriminación es otra de las formas en que se expresa la violencia y es una de sus manifestaciones que cuesta a muchas personas identificar, probablemente porque crecemos con ella. Frases como “La gente negra es fea”, “Indio flojo”, “Las mujeres sólo sirven para quejarse”; hacen parte de nuestro diario vivir.
El derecho de la mujer a una vida libre de violencia incluye el derecho de toda mujer a no ser discriminada, y la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, que es Ley de la República de Panamá, CEDAW por sus siglas en inglés, señala que es discriminación toda acción que busque anular o menoscabar el goce y ejercicio de los derechos y libertades fundamentales. (Ley Nº4 del 22 de mayo de 1981)

Precisamente las mujeres, aún hoy día padecen mayor discriminación en el acceso al empleo, igualdad salarial y discriminación en el ascenso a cargos directivos en la esfera privada, así como a puestos claves en el poder público; también son afectadas por la violencia y el acoso laboral que pueden impedir que estas accedan, permanezcan o progresen en sus puestos de trabajo, tal como es reconocido por el Convenio 190 de la OIT, aún sin adoptar por el Estado panameño, por lo que se incrementan para las mujeres las probabilidades de mantenerse en renglones de pobreza.
Precisamente las mujeres, aún hoy día padecen mayor discriminación en el acceso al empleo, igualdad salarial y discriminación en el ascenso a cargos directivos en la ámbito privado, así como a puestos claves en el poder público; también son afectadas por la violencia y el acoso laboral que pueden impedir que estas accedan, permanezcan o progresen en sus puestos de trabajo, tal como es reconocido por el Convenio 190 de la OIT, aún sin adoptar por el Estado panameño, por lo que se incrementan para las mujeres las probabilidades de mantenerse en renglones de pobreza.
Este Convenio señala que “la violencia y el acoso son una amenaza para la igualdad de oportunidades, y son inaceptables e incompatibles con el trabajo decente”.

Pero la pobreza es sólo una de las consecuencias de la discriminación, porque ésta a su vez crea dificultades para el acceso a la educación, a la salud, a una buena alimentación; es generadora de delincuencia y por ende de más violencia.
Más allá, la tristeza, frustración y depresión que sufren las personas a causa de la discriminación, que muchas veces es múltiple, es decir una sola persona puede ser víctima de distintos tipos de discriminación; son sentimientos que provocan actitudes que contribuyen a que el entorno se vuelva hostil, por la facilidad con que se diseminan estas actitudes. Detenerlo depende de que sumemos esfuerzos por la construcción de espacios pacíficos para el desarrollo en igualdad.
Más legislación relevante:
Ley N°4 del 29 de enero de 1999. Se instituye la igualdad de oportunidades para las mujeres.